Entrevista Johanna ALvarado secretaria Camara Nacio0nal de Meliponicultores de Costa Rica
CANAMEL y la gira Valkiria estuvieron en Tuete Farm Tours en San Carlos

El rol de las abejas nativas y la participación de las mujeres en su cuidado son fundamentales para el equilibrio ecológico. Johanna Alvarado demuestra con su trabajo la importancia de proteger a estos polinizadores y el potencial transformador de la mujer en la conservación de la biodiversidad. Su labor nos invita a reflexionar sobre el impacto positivo que podemos lograr al unir fuerzas en la protección de nuestro entorno natural.

La “Gira Valquiria” y la recién formada Cámara Nacional de Meliponicultores buscan transformar una práctica ancestral en una oportunidad de desarrollo sostenible, rompiendo mitos y abriendo puertas.

En Costa Rica está creciendo un movimiento silencioso pero potente, uno que no necesita aguijones para defenderse, pero sí mucha pasión para prosperar. Se trata de la meliponicultura, el cultivo de nuestras abejas nativas, una práctica ancestral que hoy, gracias al impulso de Johanna Alvarado —secretaria de la Cámara Nacional de Meliponicultores (CANAMEL)—, busca revolucionar la forma en que vemos a estos insectos. A través de iniciativas como la “Gira Valquiria”, que arrancó el 20 de julio, se pretende transformar esta actividad en una fuente de ingresos sostenible. El objetivo es, especialmente, empoderar a las mujeres y unir a los productores de todo el país bajo una misma voz para asegurar que su zumbido se escuche fuerte y claro, destacando El poder de las abejas y el papel de la mujer.

Para muchos, hablar de abejas es pensar en trajes protectores, humo y un trabajo físico demandante. Esa es la apicultura tradicional, una labor que, como reconoce Johanna, requiere un gran esfuerzo físico y es muy ardua. Sin embargo, nos cuenta que hay otro mundo: el de la meliponicultura. Esta práctica se centra en las más de 30 especies de abejas nativas de Costa Rica, las cuales no tienen aguijones funcionales. “En meliponicultura nos permite poder adentrarnos en esto sin necesidad de tener que utilizar nuestra fuerza física”, explica Alvarado.

Esta diferencia es clave, pues abre una puerta enorme para la participación femenina. Alvarado, quien tiene experiencia en apicultura desde 2017, lo ve como una oportunidad perfecta para las amas de casa y mujeres en general. “Las mujeres encajamos superbién, porque es un tema donde aprendemos montones”, comenta. No se trata de levantar cajas pesadas, sino de observar, aprender sobre plantas y maravillarse con el comportamiento de cada especie, convirtiendo el patio de la casa en un laboratorio de conocimiento y una posible fuente de ingresos. Para que este esfuerzo no sea aislado, se fundó la Cámara Nacional de Meliponicultores (CANAMEL). Alvarado enfatiza la necesidad de unión: “Necesitamos estar unidos para poder tener voz, para podernos hacer escuchar”. La cámara no es solo para quienes tienen una gran cantidad de colmenas; está abierta para todos, incluyendo personas con intereses en la conservación o que deseen colaborar de diferentes maneras. La invitación es a trabajar en equipo para construir un sector más fuerte y representado. La meliponicultura se presenta no solo como una actividad productiva con un enorme potencial medicinal y culinario, sino como un reflejo de una Costa Rica que valora sus raíces y busca innovar de forma sostenible. La labor de Johanna Alvarado y sus colegas en CANAMEL es un llamado a volver la mirada a esas pequeñas obreras que han estado aquí desde tiempos de nuestros ancestros.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *